
Es difícil ser humano. El Hombre es una criatura frágil que necesita una guía, un soporte, un objeto en el cual depositar la Fe, un ícono que esté mas allá de lo humano. Significa un alivio para nuestro espíritu poder recostarnos en nuestra deidad nacional, cuando las papas queman. Deidad que bien merecida tiene su
sede terrenal, tan sagrada como la parcela vaticana antiguamente reticulada por Pedro. Una deidad que es sobrehumana y a la que obviamente, nada de lo humano le es ajeno. Da gusto verla en acción y mas cuando su influjo se orienta hacia las causas nobles, las causas solidarias, amén de la tranquilidad espiritual del propio conductor del Certámen Solidario. Porque, no seamos necios, su investidura de
Deus Ex Machina no queda menguada por asumir la Presidencia de un Jurado. La investidura no se mancha. Un Jurado sería una democracia desequilibrada, donde su Presidente (el ex deus) vierte una opinión decisiva. En este caso, una opinión orientada en las artes en las que el orate Nijinski supo brillar como nadie, asi como brilló la deidad con sus alocadas coreografías en los fields mundialistas. Si querés te baila una terantela napolitana, un cuartetazo del Potro cordobés o un reaggetón de Daddy Yankee. La deidad es lo que se dice una palabra autorizada. No como el renunciado ex-presidente del jurado, el Santo Patrono del Empleo Precario, que acorralado por los cuestionamientos de los feligreses optó por recolectar sus petates y olivar. ¿Cuál era la legitimidad del ex-presidente, si solo podía pivotar como un compás Pizzini en una hoja cánson?. Y ya sabemos que la legitimidad cuestionada erosiona la Fe. Los herejes podrán dudar de la vocación solidaria del flamante Presidente, trayendo al debate la cuestión del Diezmo, a lo que yo respondo: que una Iglesia consumada que se precie de serlo, no puede privarse de esa experiencia retributiva de la Fe. Total, la mosqueta la pone el dueño del Circo. Otros, para socavar su objetividad infalible, quizá quieran poner el acento en que la Deidad está mas atenta a las criaturas surgidas de la costilla flotante de Adán, que al soñador portante del solidario desafío de Fe. Yo ofrezco la otra mejilla y cito: "no es bueno que el hombre esté solo". Además, debemos recordar que es impropio de un Dios mitológico reparar en tales minucias, ya que su interés reponde más a un vínculo de amor paterno-filial que a otra cosa. Seamos justos y pongamos las cosas en su lugar, ya que hay dioses como Cronos que devoran a sus hijos; nuestra Deidad sólo se limita a no reconocerlos públicamente (aunque para algunos disconformes periodistas, que también saben de histeria, esto simbolice un filicidio, etc; en fin...). Pero es con el retintín de las luces cuando se comienza a desandar el misterio de la Pasión ("es la pasioooón..."). Las ofrendas coreográficas son vertidas en el plató y durante un minuto los ojos justificadamente desorbitados de la Deidad, no pierden de vista el bamboleo engañoso de las caderas, junto con el par de leitmotivs del Certámen (esa loca, loca jerga wagneriana), es decir las gambarolas, que suelen ser las portadores de otra porción sumamente expresiva del cuerpo humano, o sea el torso. La amonestación bíblica se manifiesta en el transcurso del minuto: "ganarás la puntuación con el sudor de tu cuerpo". Cuando llega el momento de mensurar la ofrenda bailable, en términos de entrega del cuerpo y alma, se alzan cartelitos con simbología numérica. También lo hace la Deidad, agregando una propuesta de futura reciprocidad, un reconocimiento con espectativa de feedback, un guiño confidente; sin poder evitar un tono aguardentoso y con las dilatadas pupilas fijas en el hogar de los lactantes, sentencia:
"¡Marce!... Luciana, Luciana, Luciana tiene la zurda mejor que yo... y la derecha, la derecha también". Sonríe, Dios te ama.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home