23 noviembre 2006

Sebreli: El Pensamiento Diagonal

Me tiraron el dato y menos mal que fui. Uno de los pensadores mas importantes del país, en mi ciudad, Facultad de Ciencias Económicas. Juan José Sebreli exponía su visión sobre la Globalización. Siempre es estimulante asistir a éste tipo de encuentro, nada que perder y mucho que ganar. Llegué antes que nadie y me invitaron a entrar al salón. Me acomodé en primera fila como en un recital de rock. El salón se fue poblando paulatinamente: un chico que conoció a Sebreli la semana pasada y se compró el libro antes de entrar; una viejita que se autoproclamó fana de Juanjo y que lo seguía a todas partes (¿el aguante y los trapos llegaron a la Filosofía?) y un puñado mas de sinceros interesados. Un minuto antes de la llegada del disertante, algunos profesores colmaron el auditorio con alumnos cuya asistencia no parecía del todo voluntaria ("¿esto entra en el parcial?"...). Éste era el panorama cuando entró Sebreli al salón. El pensador, una especie de René Houseman con múltiples lecturas, se acomodó en su silla y se sirvió agua. Hasta acá todo venía bien. Luego comenzó la presentación del filósofo a cargo de uno de los organizadores, y las cosas no fueron las mismas: "Es un honor para ésta casa de estudios contar con el Profesor Doctor Juan Carlos Sebreli..., la Universidad de las Sombras..., obras como 'Mar del Plata, el Oído Represivo' ..., 'Escritos sobre Escritos, Ciudades sobre Ciudades'..., su último libro es su biografía del año 1995 (?)...etc". Sebreli, educadamente, dejó pasar estas incorrecciones y arremetió con el tema para el cual había sido convocado. Su mandíbula inferior iba de izquierda a derecha como el carretel de una maquina de escribir, en un crescendo verbal donde arrojaba conceptos y verdades como puños. Terminó su lección sin signos de agotamiento y con energías para una ronda de preguntas. El primer interrogante que le plantearon fue: ¿Como cree que se desarrollará el proceso de integración que implica la globalización?; "Bueno", dijo Sebreli, "estuve respondiendo a esa pregunta durante 45 minutos"; otras intervenciones menores por parte del público, duraron lo que tardó en llegar la última pregunta para el filósofo, a cargo del gordito presentador: "Y bueno, Juan Carlos, ¿y cuál es el rol que se le asigna a la Universidad en ese proceso de Globalización?". El gordito se ajustó la corbata y sonrió satisfecho mirando para el fondo, seguramente buscando a su señora, cámara de fotos en mano. Sebreli debió haber pensado como yo: "Con gente como vos, gordo, esto se va al carajo". En cambio, lo manifestó de manera mas diplomática, sutil, como un flàneur de los contornos y las sombras: "No me quedan dudas de lo fundamental de la Educación". Suena la campana, ganó el filósofo por knock out. El salón se vació espontáneamente en tiempo record. Intercepté a Sebreli y le pedí que por favor me firmara una edición de 1967 de "Buenos Aires, Vida Cotidiana y Alienación": se sorprendió por la rareza del ejemplar, le conté que era un esforzado buscador de grandes obras y me lo dedicó. Puso mi nombre además de "joven lector, afectuosamente, Juan José Sebreli". Le agradecí su firma, por lo de joven y por lo de lector. Lo vi bajar por las escalinatas rumbo al remís y lo imaginé recordando las últimas palabras que diera Mishima en su vida pública: "Creo que no me han entendido".